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Pintura europea contemporánea - Huellas y signos


 
 

Peter Valentiner, como todo buen artista, tiene para mí un significado ejemplar. Tiene un objetivo artístico claro y sus propias posiciones estéticas. Tiene una cierta manera de combinar su estilo personal con las cuestiones estéticas de la época.


La pintura de Valentine muestra siempre trazos gestuales, que intenta combinar con ideas constructivas de la forma y el espacio. Oscila entre la libertad y la coacción. En 1975, cuando vi por primera vez cuadros suyos, observé una variedad de elementos cuyo aspecto caótico contrastaba extrañamente con la rigidez del fondo del cuadro y la frialdad del color. En aquel momento, según admitió él mismo, se había producido un cambio en él y yo tenía curiosidad por ver cómo evolucionaba.


El caos, incluso cuando está ordenado, deja suficiente espacio al azar. El cuadro de Valentine se redujo gradualmente a dos o tres partes temáticas de formas coloreadas. En contraste con épocas anteriores, sus cuadros ganan ahora en permeabilidad y sensibilidad.


Cada imagen gana en simplicidad de contrastes, aumentando así la intensidad del ritmo.


Retoma las plantillas, tal vez inspirado por su uso en la pintura ''hard edge''. Los colores se vuelven más puros, más luminosos, las superficies más uniformes. Su amistad con el grupo Supports/Surfaces -una asociación de artistas franceses de los años setenta- se hace sentir. Aparecen cuadrículas, redes que sirven para variar el color. Sus últimas obras en la Feria Internacional de Arte de Colonia, que pude ver, eran libres y cromáticas.


Valentiner ha encontrado su propio lenguaje planteándose las cuestiones del cubismo y las vanguardias. Estas preguntas, en su opinión, ya han sido respondidas por muchos grandes maestros del pasado, incluso Rafael, para quien eran bastante importantes.


Richard Crevier







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