Tantos pintores individuales, tantas manipulaciones diferentes. Pero hay una preocupación común, la relación del pintor con los elementos constitutivos (específicos) de la pintura: el lienzo, el bastidor (o el bastidor sin bastidor), el color, y esto no en una demostración técnica o material, sino en una puesta en contacto y en acción de estos diferentes elementos hasta el punto de que se puede decir que someto la pintura a la pintura misma.
El lienzo: algunos son "libres", otros están montados en un bastidor.
¿De dónde procede esta diferencia? En primer lugar, no se puede negar el hecho de que son las necesidades generadas por la práctica las que han determinado esta elección: un "retorno" o una tendencia a volver a las fuentes, a los elementos primarios de la práctica pictórica han empujado a un cierto número de pintores a trabajar en/sobre/con el lienzo. ¡Es muy difícil "manipular" el lienzo si inicialmente está "fijado" en la rigidez de las ramas de un bastidor! Quien quiera teñir, plegar, cortar, estampar, sólo puede hacerlo trabajando sobre el lienzo colocado en el suelo, un lugar que se puede recorrer, rodear, abordar desde todos los ángulos y lados.
La tela se considera entonces un elemento de trabajo que hay que tener en cuenta y que va más allá de su función tradicional de soporte neutro que hay que cubrir, aniquilando. A través de su textura, su flexibilidad, sus propiedades de absorción o retención, participa en la elaboración de la pintura.
Pero no nos equivoquemos: el hecho de que algunos pintores hayan elegido el lienzo libre para expresarse no excluye en absoluto el trabajo sobre lienzo tensado sobre bastidor: el bastidor recupera entonces su papel de soporte del lienzo o interviene a veces como elemento de composición al revelarse en la superficie del lienzo por el proceso de aplicación del color (es el caso de Laksine).
Color: Sean cuales sean las manipulaciones del lienzo, siempre se realizan en función y en beneficio del color. El color se ve y se trabaja como un material vivo y "figurativo": no hay nada menos "abstracto" que el color. Tiene su propia vida, sus contradicciones, su capacidad para ocultarse o revelarse.
¿Y dónde está el pintor en todo este proceso? Está ahí para discutir, arreglar, organizar la obra como un director de orquesta distribuye los papeles de sus intérpretes. Es él quien decide el montaje, la puesta en práctica de estos diferentes elementos, a través del conocimiento que tiene de su material (su "oficio de pintor") por una parte - y por otra parte lo que inviste de sí mismo, sus deseos, sus represiones, su placer de pintar, lo que podríamos llamar una puesta en escena del inconsciente que le es propia.
El lienzo surge del lienzo, el color nace del color, el cuadro nace del cuadro.
El color: se pinta con / en / sobre el lienzo, su soporte nunca es neutro, ya sea antagonista o cómplice.
F. P. (abril 77)
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