Es difícil describir el viaje que representa esta 32ª SALA DE ARTE CONTEMPORÁNEO DE MONTROUGE.
Las palabras clave que definen su realidad son actualidad, contemporaneidad y vitalidad dadas por el flujo y reflujo de los participantes, su renovación permanente sin ser sistemática. Algunos "veteranos" del Salón evolucionan y vuelven con una expresión o un discurso diferentes. Si tenemos en cuenta el número de candidaturas (alrededor de 2000), los 800 artistas recibidos y la elección final de unos 200 seleccionados en Montrouge (80 candidaturas adicionales procedentes de galerías), podemos sentir cierta frustración, ya que la creación artística va bastante bien. Se expresa con más originalidad, individualidad, reflexión y concisión.
El Salón debe presentar el máximo número de tendencias. Sin embargo, dado el espacio algo laberíntico y menos propicio para ciertas instalaciones, en Montrouge reina la pintura en todas sus formas. Lo gestual se codea con lo figurativo, lo abstracto coquetea con lo geométrico y lo informal aúna todo con impertinencia. La gama es lo suficientemente amplia como para que cada uno encuentre su propia melodía.
En 1987, se impone una nueva abstracción geométrica, continuación lógica de la "locura pictórica" de los años ochenta; estas obras proponen sobriedad y rigor, tanto estético como técnico. Algunos nuevos surrealistas también aparecen en las paredes.
Sólo cabe lamentar la escasa participación de artistas conceptuales y minimalistas. La intimidad de su trabajo no encaja con la superproducción hollywoodiense de un Salón. Estas obras, en las que el tema suele estar distorsionado y la imagen a veces casi ausente, requieren un respiro que tal abundancia de material apenas proporciona.
Una y otra vez, muchos materiales diferentes, madera, arena, pigmentos... cubren los lienzos y dan lugar a creaciones variadas donde cada uno cocina a su manera.
Uno de los encantos de los años 80 procede sin duda de estos valses vacilantes: pesadez / ligereza, colores / monocromía, gestualidad / geometría: ambivalencia... a veces resumida en una sola obra... conceptual.
Lo definitivo nunca ha sido fuente de creación y estos cuestionamientos, balbuceos y aciertos enriquecen la producción artística.
Favoritas españolas, descubrimientos italianos y estrellas americanas escogidas de las galerías completan este panorama pictórico. Cabe destacar la mayor importancia de las secciones de fotos y dibujos.
Las esculturas se refinan y geometrizan; los objetos se convierten en cómplices de imaginaciones surrealistas.
Montrouge no sufre de esteticismo exacerbado, persiste y firma su papel de Salón. Hoy Montrouge es una sinergia de creación donde los prejuicios y los clichés son sólo guiños y donde podemos vernos sin demasiada discriminación con confrontación y cordialidad.
Uno de los grandes acontecimientos artísticos de 1987 fue la inauguración del Museo de Orsay. Con la misma voluntad de actualidad, surgió la idea de presentar un homenaje a un contemporáneo de Orsay: Louis VALTAT con obras de 1890 a 1926.
Este pintor poco conocido merece una atención sostenida. La luz de sus paisajes mediterráneos y bretones, sus playas pobladas por niñeras debonas o mujeres elegantes, la voluptuosidad de una cesta de fruta, la picardía de sus incursiones en talleres de modistas y los esbozos cariñosos e irónicos de escenas familiares o parisinas incitan al placer de abandonarse a este delicioso sabor que a veces nos ofrece la vida.
Nicole GINOUX-BESSEC
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